Qué ver en Ica y Huacachina

Habíamos leído que Ica era una ciudad bastante fea y caótica y que no merecía la pena visitarla. Como nosotros queríamos ver el oasis de Hucachina, hicimos caso omiso y llegamos el día anterior por la noche para disponer del día entero en la ciudad.
La noche anterior, al llegar a la estación de buses, nuestro taxista (Marcos) se ofreció a llevarnos al día siguiente de excursión. Nosotros no teníamos previsto nada más que la excursión de la tarde por el desierto, así que le preguntamos el precio y nos quedamos con su teléfono para llamarle después de pensárnoslo.
Al llegar al hotel preguntamos si tenían excursiones parecidas a las que nos había ofrecido el taxi y al ver que era considerablemente más caras, llamamos a Marcos para que nos recogiese al día siguiente.
La excursión nos costó 45 soles por persona y aparte de llevarnos a la típica excursión que se hace en Ica para catar vinos y el famoso pisco que se produce allí, le pedimos que nos llevase al Museo Regional Adolfo Bermúdez Jenkis.
 El museo (en el cual no se permiten tomar fotografías) nos gustó mucho y pudimos aprender bastante sobre las culturas Paracas, Nasca, Wari e Inca. La entrada vale 7.50 soles y 4 para los estudiantes. Si queréis guía (se puede hacer perfectamente sólos ya que hay mucha información en los paneles), os costará 7 soles más por persona. La visita es corta y no os llevará más de 1 hora.
 Aparte de conocer mejor estas culturas, podréis ver de cerca varias momias y los famosos cráneos deformados (sí, los que son alargados).
 De allí nos llevó a dos bodegas de vino y pisco, una en la que se produce con toda la tecnología al alcance (Tacama) y otra en la que se realiza todavía de la manera tradicional (El catador).
A que parece que hay fuego valyrio en su interior? 😀
 En Tacama hay varias visitas, nosotros pillamos la gratuita pero hay otras que no lo son. En la que hicimos nosotros nos explicaron un poco el proceso de elaboración y luego hicimos una cata de varios vinos. Puedes dejar una pequeña propina si lo crees necesario, pero ya ellos se encargan de dejarte en la tienda de regalos para que la visita les resulte un poco rentable.
 Tras comer en un restaurante al que nos llevó nuestro taxi, nos fuimos a El catador. Ojo porque, por lo que parece, si contratas la excursión de día entero, los taxistas se dan por invitados a comer. Nos pasó este día y en el Valle Sagrado. La comida para tres nos costó 87 soles. En El catador nos explicaron muy brevemente el proceso que siguen y luego te ofrecen la cata de 12 productos. Nosotros nos plantamos mucho antes porque teníamos la excursión por el desierto un par de horas después y no era plan de acabar dejando un regalito a modo de vómito en las dunas.
 Y digo lo del vómito porque ya sabíamos que la excursión por el desierto era un poco movidita. Cierto es que yo no quería hacerla, pero al final la hice. Te suben en unos buggies (ellos lo llaman tubulares) y conducen como auténticos psicópatas a través de las dunas. Yo sabía que iban un poco a lo loco y por eso me había tomado varias biodraminas y llevaba puestas las pulseras contra el mareo pero lo que vivimos allí fue una auténtica locura. Pasé miedo y es una experiencia que NO le recomiendo a nadie. Puede que otros conductores no sean tan agresivos como el nuestro, pero si son todos así NO la recomiendo. Durante toda la excursión creí en numerosísimas ocasiones que íbamos a volcar y/o que nos pasaría algo realmente grave.
 Además, al llegar de últimos, nos tocó sentarnos en los asientos de atrás, por lo que el movimiento se nota mucho más. El culo se te levanta del asiento todo el rato y es muy incómodo. A mi me dió un latigazo cervical que me tuvo un par de días bastante jodida y hasta llorando de la desesperación porque no podía hacer ningún movimiento con el cuello. Menos mal que como vino se fue y después de dos días volví a poder girar el cuello.
 Otra parte de la excursión es hacer sandboarding. Te dan unas tablas parecidas a las de snowboarding y bajas las dunas en ellas. Puedes escoger hacerlo sentado, acostado o de pie. Nosotros lo hicimos de las dos primeras. Si nunca has hecho snow, no te preocupes, lo único que tienes que hacer para bajar a poca velocidad es abrir mucho las piernas y clavar la punta del pie en la arena a modo de freno. Eso sí, recordad meter los brazos en la tabla y no bajar la cabeza para no golpearla con la tabla si te encuentras algún bache en tu descensoo.
 Acabamos la excursión viendo atardecer y viendo, de lejos, el oasis de Huacachina. Yo, después de mi experiencia personal, os recomiendo que paséis de los buggies y que os dediquéis a pasear por la laguna. Yo me quedé con ganas de disfrutarla más.
Por cierto, esta excursión la contratamos con los mismos que la excursión a Islas Ballestas, Huacachina Tours. El precio fue de 60 soles los dos y nos recogieron en el hotel y, al finalizar, nos llevaron a la estación de buses para que cogiésemos el que nos llevaría a Arequipa.

En resumen, si no os gusta el vino ni os interesa su proceso de elaboración, Ica es una ciudad que os podéis saltar sin remordimientos en vuestro viaje por tierras peruanas.

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Verónica

Escribiendo sobre viajes, escapadas y rutas de senderismo desde 2009. Técnica Superior en Agencias de Viajes.

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2 comentarios en «Qué ver en Ica y Huacachina»

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