Un día en el Gran Cañón

El síndrome de Stendhal es una enfermedad psicosomática que causa un elevado ritmo cardíaco, vértigo, confusión, temblor, palpitaciones, depresiones e incluso alucinaciones cuando el individuo es expuesto a obras de arte, especialmente cuando éstas son particularmente bellas o están expuestas en gran número en un mismo lugar.
Más allá de su incidencia clínica como enfermedad psicosomática, el síndrome de Stendhal se ha convertido en un referente de la reacción romántica ante la acumulación de belleza y la exuberancia del goce artístico. (Wikipedia)


Reconozco haber llorado en algunos viajes: visitando las playas del desembarco de Normandía, en el cementerio de Arlington, en el campo de concentración de Dachau y en el Gran Cañón, pero esta vez las lágrimas eran distintas, eran de pura emoción ante tanta belleza.
Había oído que el Gran Cañón era una maravilla de la naturaleza, que era uno de los Parques Nacionales más visitados del mundo. Había visto numerosas imágenes y vídeos, pero nada fue comparable al verlo en directo por primera vez con mis propios ojos. Puede que todavía se incrementara más esa sensación porque lo vi desde el aire, desde un helicóptero y pude apreciar su inmensa magnitud y belleza.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras, pero ni siquiera éstas pueden mostar la belleza de este rincón del oeste americano.
La entrada al Gran Cañón cuesta 25$ por coche y es válida para una semana. El vuelo en helicóptero, 170$ por persona.
Viendo amanecer desde Mather Point, el mirador más cercano al parking y al centro de Visitantes

Sólo pasamos un día en Gran Cañón y, la verdad, es que nos supo a poco. No pudimos alojarnos en el parque porque se nos escapaba de presupuesto. Dormimos en Tusayán, que está muy cerca y, además, nos permitió ver anochecer y amanecer sin levantarnos excesivamente temprano.

 Si no tienes tiempo para caminar, lo mejor es aparcar el coche en el Centro de Visitantes y coger los buses. Hay varias líneas: la roja, la azul y la naranja. Nosotros cogimos la roja pero no pudimos hacerla entera. Puede que el bus sea una buena idea para reducir el tráfico de vehículos pero también es un poco incómodo, ya que vas como sardinas en lata y pierdes muchísimo tiempo.

Así que decidimos por la mañana ver lo que nos diera tiempo y por la tarde recorrer la Desert View.

 Nosotros cogimos la línea azul hasta el Village, en donde hay que hacer trasbordo para la roja (en Hermits Rest Route Transfer). Fuimos hasta el Power Point y el Hopi Point y desde allí al Mohave Point a pie, disfrutando de las increíbles vistas que nos ofrecía el cañón.
 Como se nos hacía tarde para comer, cogimos el shuttle de vuelta hasta el Village en donde comimos (más barato de lo que pensábamos, 18 $). Desde allí, volvimos al parking y dejamos el parque en dirección a la carretera panorámica Desert View Drive.
 Si disponéis de tiempo, intentad hacer alguna ruta de senderismo. Hay varias que van desde los 15 minutos hasta las 6 horas. Acercaros también a más miradores, dicen que los que ofrecen mejores vistas son Hopi Point, Yaki Point, Pima Point…Además, para ver amanecer recomiendan Mather Point, Yaki Point y Yavapai y para ver atardecer, Hopi Point y Mohave Point.

En la Desert View también los hay con vistas realmente impresionantes y, desde luego, si te quieres llevar un visión global del Gran Cañón, reserva el vuelo en helicóptero. Además, será casi la única forma en la que podrás ver el North Rim, ya que es de más difícil acceso.

Sabías que el Gran Cañón del río Colorado mide 350 km, tiene una anchura máxima de 30 km y de 1,5 km de profundidad?

Para terminar tu visita al Gran Cañón, puedes ver una peli en el IMAX de Tusayán. Está en inglés pero vale la pena porque te explica cómo se descubrió y algunas historias muy curiosas.

Verónica

Escribiendo sobre viajes, escapadas y rutas de senderismo desde 2009. Técnica Superior en Agencias de Viajes.

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8 comentarios en «Un día en el Gran Cañón»

  1. Yo siempre he dicho que no hay nada que te prepare para el momento en el que te asomas al avismo, a pesar de ser uno de los lugares más fotografíados del planeta.
    Nuestra primera impresión nos dejó a todos mudos, literalmente, durante cinco minutos

  2. El GC es de esos sitios a los que n las mejores fotos del National Geographic le hacen honor, nada es comparable con asomarte al filo del abismo, precioso. Me quedé sin hacer el helicóptero, pero volveré. Preciosas fotos, me han encantado. Un saludito.

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