Cracovia y las minas de sal de Wieliczka

No, no fuimos al campo de concentración de Auschwitz. Lo digo ya en la primera línea porque cuando dijimos que nos íbamos a Cracovia y cuando ya estábamos de vuelta, esta era la pregunta a la que siempre respondíamos.
La mayor parte de la gente que visita Cracovia elige Auschwitz como una excursión de un día porque queda relativamente cerca. Nosotros decidimos desde el primer momento no ir, ya que hace años habíamos estado en el campo de concentración de Dachau, cuando estuvimos en Munich, y fue una experiencia bastante mala para mí. Salí de allí llorando tras ver las condiciones en las que vivían y sobretodo tras ver las cámaras de gas. Si no habéis estado nunca en un campo de concentración, supongo que este es uno en los que más puedes aprender dada su importancia histórica.
Ahora bien, si ya teníamos claro antes de ir a Cracovia que no queríamos visitar Auschwitz, tras comprobar el circo que tienen montando en la ciudad a sus expensas, nos habríamos reafirmado todavía más en nuestra decisión. La ciudad está repleta de agencias que ofrecen este tour, pero hay un circo tan grande montado a su alrededor que, sinceramente, me parece dantesco.

Cracovia y las minas de sal de Wieliczka

Y dicho esto, empezamos con nuestra visita a Cracovia y las Minas de Sal de Wieliczka. Se pueden reservar excursiones organizadas en https://www.hellotickets.es
Llegamos a Krakow y lo primero que nos llamó la atención, dirección al hotel, fue el moderno Centro Congresos.
Centro de Congresos ICE Krakow
Dada la situación de nuestro hotel, decidimos que la primera visita que haríamos sería la Fábrica de Oskar Schindler, pero la primera en la frente. Cuando llegamos a sus puertas ya no había entradas para ese día y tampoco te las venden por adelantando en taquilla (sólo a través de internet). Cogimos el móvil corriendo para reservar para el día siguiente, pero estaba todo lleno hasta semanas después. Teníamos claro que no queríamos irnos de Cracovia sin visitar esta filial del Museo Histórico de la Ciudad, así que al día siguiente nos pegamos un buen madrugón y nos encontramos haciendo cola un rato antes de que abriesen. No tengo muy claro cuántas entradas ponen diariamente a la venta en taquilla, pero por el número que marcaba cuando compramos las nuestras, calculamos que unas 250.
Ya que teníamos dos puntos marcados en el mapa cerca de la Fábrica de Schindler (en el barrio de Podgórze) decidimos acercarnos. El primero de ellos era el fragmento del muro del gueto judío que todavía queda en pie y el segundo, la Farmacia bajo el águila, que nos encontramos igualmente cerrada. Esta antigua farmacia era regentada por Tadeusz Pankiewicz durante la ocupación nazi. Su interior ha sido restaurado con su aspecto original y repasa la historia del gueto y de la farmacia. Esta farmacia se encuentra en la Plaza Bohaterów Getta (los Héroes del Gueto), donde podemos encontrarnos unas imponentes sillas de metal, en honor a todos los judíos que padecieron la ocupación alemana. Hay varias interpretaciones sobre este monumento, pero las más extendidas son las que hacen referencia al único mobiliario que cargaban muchos de esos judíos y que les servían para sentarse en las largas esperas antes de ser «deportados».  Hay 60 sillas y se cree que cada una representa a 1.000 judíos fallecidos. Echad cuentas 😔

Barrio de Kazimierz

Como de camino al hotel nos quedaba el barrio de Kazimierz, decidimos perdernos por sus calles hasta la Sinagoga de Isaac (hay varias sinagogas en este barrio). La historia de Kazimierz comenzó en el s. XIV, cuando era una ciudad independiente de Cracovia y terminó convirtiéndose en una ciudad en donde cristianos y judíos convivían juntos. En 1939 estaba habitada por 65.000 judíos, únicamente 6.000 sobrevivieron a ella. En este barrio fue rodada la mítica peli de Steven Spielberg, La Lista de Schindler (de obligado visionado).
En este barrio hay varias iglesias y museos, quizás el más importante el Museo Judío de Galitzia. También, como os decía antes, hay varias sinagogas, en concreto se mantienen en pie siete.
Hoy en día es un barrio bastante alternativo y el centro de la judería es la calle Szeroka, que arquitectónicamente parece más una plaza que una calle. En ella encontraréis lujosos restaurantes con música tradicional en directo. De las 7 sinagogas, nosotros decidimos visitar la Sinagoga de Isaac, la más grande de Cracovia y terminada en 1644. En el interior todavía se conserva parte de la decoración original, con estucos y pinturas murales.
Interior de la Lonja de los Paños

Cracovia: centro histórico

Cracovia es Patrimonio de la Humanidad y una muestra de ello es, sin duda, la preciosa Plaza Mayor o del Mercado (Rynek Glowny). Aprovechamos las últimas horas del día para pasear sin prisas por la ciudad medieval hasta la Barbacana de Cravovia  y la Puerta de Florián, con un tramo en pie de la muralla defensiva.

Fábrica de Schindler

Y al día siguiente, madrugón y casi los primeros en la cola para entrar a la Fábrica de Schindler (24 PLN). Os recomendamos que os compréis la guía en español del museo (15 PLN), ya que es muy interesante y te ayuda a entender mucho mejor cada sala.
La fábrica fue creada en 1937 por tres judíos, pero tras la invasión nazi, Oskar Schindler se hizo con ella sin mucho esfuerzo.  La mayoría de los empleados eran polacos, en un principio, pero Schindler fue contratando más y más judíos y de 100 empleados judíos en 1940, pasó a 1.000 en 1944.

En este museo hay una exposición llamada «Cracovia bajo la ocupación nazi entre 1939 y 1945″.  Hay también exposiciones temporales en la planta baja. Lo que más me gustaron fueron las fotos antiguas, para esto tienen (aparte de fotografías colgadas), una kaiserpanorama, un dispositivo para mirar de forma individual fotografías que dan la impresión de estar en 3D. El que encontramos en la exposición data de finales del s. XIX o principios del s. XX.

Carteles que te te ponen los pelos de punta

En la foto de abajo podéis ver la recreación del despacho de Oskar Schindler. Gracias al trabajo de los restauradores, el mapa que ocupa gran parte de la pared mantiene el aspecto que tenía en la década de los 40 del siglo pasado.

En el centro de la estancia se encuentra una obra artística realizada por Michal Urban.  Se trata de un cubo de vidrio repleto de vajillas de metal y piezas prefabricadas. En las paredes de un cilindro de metal que hay en el interior, aparecen los nombres de los 1.000 judíos que salvó Schindler.
Todavía hoy en día, la numeración de los edificios mantiene este aspecto

Centro medieval

Tras pasar un buen rato en el museo nos dirigimos, de nuevo, al centro medieval para disfrutarlo a la luz del día. La plaza es gigantesca y preciosa y en ella podemos encontrar la Basílica de Santa María (atención porque a las 12 suena la corneta como lo hacía hace tiempo desde una de sus torres), la Torre del Ayuntamiento, la Lonja de los Paños…
Desde la torre del antiguo ayuntamiento (9 PLN) hay unas buenas vistas de la ciudad (a 75 m de altura), a pesar de que no disponen de terraza y las ventanas están todas cerradas por motivo de seguridad.
En la puerta de Florian encontraremos algunos pintores que muestran allí sus obras, nos recordó vagamente al bohemio Montmartre de París.

Colina Wawel

Otra zona importante en Cracovia es la Colina Wawel, en donde encontraremos  el Castillo Real (donde se puede visitar el tesoro de la corona, la armería, los aposentos reales y hasta La dama del armiño de Leonardo Da Vinci.), la catedral o la Cueva del Dragón. Para entrar en esta última, hay que comprar el ticket en una máquina expendedora. Hay que bajar 130 escalones, atravesar 70 m y la salida la haréis a orillas del Vístula con un dragón de bronce que escupe fuego.
Plaza interior del Castillo de Wawel

Tomaros vuestro tiempo para pasear por Cracovia porque está llena de pequeños encantos de los que no habla ninguna guía.

Tras pasar dos noches en Cracovia y algo menos de día y medio paseando por sus calles, llegaba el momento de decirle adiós, no únicamente a la ciudad, si no también al país. Aprovechamos todo lo que pudimos y cuando nuestros pies dijeron basta nos fuimos a descansar. Al día siguiente tocaba visita a las Minas de Sal de Wieliczka.

Las minas de Wieliczka

Las visitas a las minas de Wieliczka se hacen únicamente con guía. Nosotros reservamos la visita en español desde su web varias semanas antes, para asegurarnos que podíamos entrar.  Las fotografías están prohibidas a no ser que pagues un extra para poder utililizar la cámara/móvil. Las tarifas van de 89 PLN a 94 PLN según la temporada en la que viajes y el pase para fotografiar hay que comprarlo allí mismo, bien en taquilla, bien en la mina (durante la visita).
Antes de empezar la visita nos tocará bajar unos cuantos escalones de madera. Los 300 km de túneles de las minas de Wieliczka se dividen en 9 niveles y en su interior hay una temperatura constante de unos 14º.
En su interior hay varias esculturas, candelabros, retablos… realizados en sal. Y por haber, hasta hay varios lagos.
Dentro se realizan diversos actos culturales y a 135 m de profundidad hay un sanatorio donde se tratan diversas afecciones alérgicas, con la posibilidad de pernoctar allí mismo.
Tras la visita (que termina en una zona de restaurantes y tiendas, sí, sí, como lo leéis), podéis decidir quedaros allí un rato y dar por finalizada la visita o continuar para ver el pequeño museo donde se muestran las condiciones de vida de los mineros. Nosotros, como podéis ver en las fotos de abajo, optamos por esta última elección.
La visita es también guiada y tendréis que esperar a que se forme grupo en vuestro idioma. La verdad es que la mayor parte de nuestro grupo nos abandonó tras la visita a la mina en sí, y el museo merece mucho la pena y es muy entretenido.
Y. como este es el último artículo sobre Polonia, aquí os dejamos enlazados todos los posts sobre nuestro #deambulandoporPolonia:

Verónica

Escribiendo sobre viajes, escapadas y rutas de senderismo desde 2009. Técnica Superior en Agencias de Viajes.

Ver todas las entradas de Verónica →

2 comentarios en «Cracovia y las minas de sal de Wieliczka»

  1. Oh Cracovia! Es lo único que conozco de Polonia y me encantó. No sé a ti pero a mi las Minas de Sal me alucinaron… Me parece increíble que a pesar de su tremenda majestuosidad, no sea demasiado conocidas…
    Creo que te comenté que nosotros sí habíamos estado en Auschwitz ya que nunca habíamos ido a otro campo de estas características, y no, no creo que sea una visita en la que puedas aprender gran cosa, precisamente por su importancia histórica está tan masificado que hace que casi no te queda otra que hacer visita guiada a la velocidad del rayo, claro… Ya lo expliqué en mi post de Auschwitz, la manada turística resta sensibilidad, por lo menos esa es mi sensación. Hubiéramos preferido verlo más pausadamente, asimilando y tomando conciencia de aquello, pero todo de dirige a la "visita guiada", los horarios y como lo tienen montado, no me esperaba esa "feria". Creo que a lo mejor sería más interesante otro campo menos visitado y en que te pudieras mover más a tu aire y se tratase aquello con más "respeto".

Deja una respuesta