Ordesa y Monte Perdido: 6 días en el pirineo de Huesca

Hacía mucho tiempo que teníamos ganas de visitar el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, en el pirineo de Huesca y, por fin, en verano, pudimos conocer un poquito la zona. Desde aquí, dar las gracias a nuestros amigos de Notas en mi libreta viajera por echarnos un mano con la planificación.

Al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido se accede a través de los pueblos de Torla-Ordesa (Ordesa), Escalona y Fanlo (Añisclo), Escuaín y Tella – Revilla (Escuaín) y Bielsa (Pineta). Como puedes ver, hay 4 sectores: Ordesa, Añisclo, Escuaín y Pineta. Todos disponen de centro de visitantes y puntos de información.

Día 1: Jaca

La primera parada de este viaje por el pirineo oscense era Jaca.  No le dedicamos mucho tiempo, salvo un breve paseo por el centro, pero nos pareció bonita. Si sólo vas a estar unas horas en la ciudad, no debes perderte la Ciudadela, la Catedral de San Pedro  o la Torre del Reloj.

La ciudadela de Jaca  o castillo de San Pedro fue construida a finales del s. XVI y todavía conserva sus partes más características: el foso, los cuarteles y hasta túneles. La entrada no es gratuita y dependerá de lo que te interese visitar: hay visitas guiadas, teatralizadas, escape room y hasta una actividad dirigida a toda la familia en la que se cuenta la historia de los ciervos que habitan el foso (Ecociudadela).

Día 2: Canfranc Estación y Monasterio de San Juan de la Peña

Canfranc Estación

El día siguiente empezaba con otra visita a la que le teníamos ganas, tanto que cuando supimos de su existencia se trataba de una antigua estación de tren abandonada y hoy en día alberga un hotel de lujo. Hablamos de Canfranc Estación. Al ser un hotel, sólo se puede visitar el hall. Nosotros optamos por una visita guiada con la empresa Sargantana (6 €/pax) y nos gustó mucho, ya que pudimos aprender sobre su historia y hasta subir a un vagón que en sus buenos tiempos fue un vagón enfermería.

La estación empezó a construirse en 1915 y tardó 10 años en estar finalizada. Al tratarse de un importante punto fronterizo se construyó  «a lo grande», es decir, como un gran escaparate para todos los que entrasen por este paso. Se inauguró en 1928, pero entre los años 1945 y 1949 se cierra por desencuentros políticos con Francia.

Muy cerca de la estación nos encontramos con el Túnel de Somport, finalizado en 1914 y que hacía de frontera entre España y Francia.

Monasterio de San Juan de la Peña

A poca distancia de Jaca nos encontramos con este espectacular conjunto arquitectónico, conjunto porque incluye el Monasterio Viejo (Real Monasterio de San Juan de la Peña); el Monasterio Nuevo (Centro de Interpretación del Monasterio) y la Iglesia de Santa María en Santa Cruz de la Serós. La entrada cuesta 12 euros/pax e incluye la visita guiada por el Monasterio Viejo y el servicio de bus lanzadera en temporada alta (los 2 monasterios están a una distancia de 1,5 km).

El Monasterio Viejo fue la cuna del Reino de Aragón, albergando tumbas de algunos reyes aragoneses. Su mayor característica es que se encuentra encajado en una gran roca. En su interior se pueden ver una iglesia prerrománica, pinturas del s. XII, el Panteón de los Nobles y, en especial, el fantástico claustro románico.

El Monasterio Viejo se incendió en 1675, por lo que fue necesaria la construcción de un nuevo edificio. Dispone de una gran fachada barroca y aunque fue abandonado en 1835, ahora alberga el Centro de Interpretación del Monasterio. Se camina por un suelo de cristal y bajo nuestros pies podemos observar la vida cotidiana de los antiguos monjes.

Con la misma entrada se puede visitar la iglesia de Santa María, que se halla unos 7 km de distancia. Nosotros no la vimos y optamos por aprovechar las últimas horas de la tarde visitando el Balcón de los Pirineos, un mirador a poca distancia del Monasterio Nuevo.

Día 3: Valle de Ordesa; San Nicolás de Bujaruelo, Torla y Broto

Nuestro primer día en Ordesa y Monte Perdido se lo dedicamos al Valle de Bujaruelo. Aquí teníamos pensado hacer una ruta que no acabamos de encontrar, así que nos dedicamos a pasear por la zona. Allí mismo hay un camping y un aparcamiento enorme.

Hicimos tiempo hasta la comida y decidimos comer en Torla, puerta de acceso al parque. Es un encantador pueblo medieval típico de montaña, con un centro histórico pequeño pero precioso y con un montón de locales de restauración, tiendas de deportes…

Desde Torla- Ordesa salen los autobuses que te suben a la Pradera de Ordesa, punto de salida de varias rutas de senderismo, entre ellas la de la famosa Cola de Caballo. La capacidad máxima del Valle de Ordesa es de 1800 personas simultáneas por razones de conservación del Parque Nacional. No se permite reservar el bus, pero sí que puedes comprar tu billete con antelación y así evitar posibles colas a primeras horas de la mañana. El trayecto ida y vuelta cuesta 5 euros y es posible llevar perros, aunque irán en un transportín en la bodega (con un máximo de 3 animales por trayecto). El horario de buses es amplio, empezando entre las 6 y las 7 de la mañana y terminando entre las 20 y las 22 horas, según los meses (en principio funciona en Semana Santa, y de junio a a octubre).

Nuestro alojamiento se encontraba en un pueblo cercano, Broto, en donde descubrimos una preciosa cascada que nos sirvió para refrescarnos un poquito. La cascada de Sorrosal es de fácil acceso y por ella circula una vía ferrata espectacular.

Día 4: ruta a la Cola de Caballo

Nos subimos al autobús bastante temprano y nada más llegar la Pradera de Ordesa (1.320 m de altitud) nos ponemos en camino. La ruta empieza al finalizar el aparcamiento. La primera parte se realiza por una pista forestal protegida por un hayedo-abetal. La ruta pasa por varias cascadas como la de Arripas, la Cueva y la del Estrecho. Después de esta última cascada, el bosque empieza a desaparecer y con él se nos va la querida sombra.

Poco antes de llegar a la Cola de Caballo nos encontramos con un paraje impresionante, el Circo de Soado, desde donde se obtienen unas buenas panorámicas del macizo de Monte Perdido. La ruta termina en la Cola de Caballo, a una altitud de 1760 m. Se vuelve por el mismo camino. En teoría es una ruta de 16,5 km que te llevará  5h15 minutos, con un desnivel de unos 500 m, tanto de bajada como de subida.

Nosotros hicimos 18 km en 5h30. Al finalizar nos tomamos unos bocatas en el pequeño restaurante que hay en la Pradera.

Día 5: Boltaña y Aínsa

Después del cansancio del día anterior, este día lo dedicamos  a ver un par de pueblos en nuestro camino hacia Aínsa, en donde dormiríamos las siguientes noches.

Boltaña ha sabido conservar muy bien su parte antigua, manteniendo casi intacta la arquitectura tradicional. Un paseo por el centro nos permitirá ver casas centenarias, la Colegiata de San Pedro, de estilo gótico, y los restos de un castillo del s. XI.

 

Aínsa es la joya de la corona, no en vano su casco antiguo medieval fue declarado Monumento Histórico Artístico. Aínsa fue tomada por los musulmanes y recuperada en el 724. Según cuenta la leyenda de la Cruz de Sobrarbe, la batalla fue ganada con la ayuda de una cruz luminosa, señal que animó a los cristianos. Esta victoria se conmemora en la fiesta de «La Morisma».

La Plaza Mayor data de los s. xII-XIII y conserva sus construcciones originales. No hay que perderse la Placeta de San Salvador, la Calle Mayor y la de Santa Cruz, como tampoco la iglesia parroquial de Santa María, el castillo y las murallas.

Un poco alejado del centro se encuntra la Cruz Cubierta, un templete circular de 1655 conmemorativo de la Reconquista y el mirador del Cinca.

Día 6: Valle de Añisclo yJánovas del Castillo

Nuestro último día en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido lo dedicamos a una ruta en el cañón de Añisclo. Siguiendo las recomendaciones de la guía que se encontraba en la caseta de información, nos decidimos por la de Ereta de Biés – San Úrbez – Sercué- Ereta de Biés, con un desnivel de 220 metros y una duracion de 3-4 horas.

A nosotros nos llevó 2h45 min hacer los poco más de 7 km, con 2 km de subida y otros tantos de bajada. Está bien señalizada, poco masificada (casi no nos encontramos con nadie), pasa por el pueblo semiabandonado de Sercué y se disfrutan de unos paisajes alucinantes.

Tras descansar un rato y como ya no teníamos más planes, nos acercamos al pueblo abandonado de Jánovas.

El pueblo de Jánovas fue abandonado y desde 2016, la fundación del mismo nombre está trabajando por su rehabilitación, la cual empezó con la reconstrucción de la Iglesia de San Miguel, con su pórtico y su campanario. Jánovas era un pueblo próspero en la década de 1950, pero a principios de los 60, sus habitantes fueron obligados a marcharse porque se iba a construir un enorme embalse, que nunca llegó a construirse.

Verónica

Escribiendo sobre viajes, escapadas y rutas de senderismo desde 2009. Técnica Superior en Agencias de Viajes.

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