Seguimos con nuestro recorrido de una semana por Baviera y Selva Negra. Después de un día en Heidelberg y tres días en la Selva Negra, llegaban otros 3 días en Baviera.
Nuestro recorrido empezó en dónde suele terminar la Ruta Romántica de la Selva Negra, en Füssen, en donde se encuentran los castillos del rey Loco, dos de ellos de fama mundial, Neuschwantein y Hohenschwangau.
Los pueblos elegidos para nuestra ruta serían el ya mencionado Füssen, Harburg, Rottenburg ob der Tauber y Wurburg. También estaríamos un par de noches en Munich, pero le dedicaremos un artículo independiente.
Habíamos llegado por la noche a Füssen, por lo que empezamos el día paseando por él. Es un pueblo pequeñito que habrás visto en una hora, pero merece la pena el breve paseo.
Cabe destacar las históricas casas aristocráticas de la calle principal, la Reichenstrasse, que coincide con la antigua ruta romana Vía Claudia Augusta.
El castillo de Hohes era la antigua residencia de los príncipes-obispos de Augsburgo. Destacan sus fachadas pintadas. Algo bastante habitual en las edificaciones importantes de Baviera.
Tras la breve visita del centro histórico de Füssen, nos fuimos al plato fuerte del día, el castillo de Neuschwanstein. Teníamos dudas de si ver el interior de los dos Schloss, pero decidimos ver Hohenschwangau por fuera y la visita guiada de Neuschwanstein.
La entrada combinada de los castillos vale 23 euros, si sólo se visita uno, 12 euros. Las visitas interiores son siempre guiadas. Las hay en inglés y en alemán, pero en el resto de los idiomas vas con una audioguía. La visita dura media hora escasa y no se permiten fotos.
Las entradas se compran antes de subir a los castillos, en el Ticket Center. Se recomienda reservarlas por internet. Nosotros fuimos a mediados de octubre y estaríamos allí sobre las 10.30 h y esperaríamos unos 20 minutos, me imagino que en temporada alta será mucho peor. El coche hay que dejarlo en los parkings establecidos y vale 5 euros todo el día.
Desde el ticket center hasta Hohenschwangau habrá unos 10 minutos andando y desde aquí hasta Neuschwanstein unos 30. Si no quieres subir caminando, tienes la opción del bus y del carro de caballos colectivo. Nosotros subimos a pie y no fue nada duro. Además, en el camino nos paramos en una cafetería que había para dar buena cuenta de los dulces alemanes.
Os recomendamos que una vez terminada la visita guiada os acerquéis a la cafetería. Al lado de la puerta tenéis un balcón desde donde obtendrás estas maravillosas vistas.
Al salir del castillo, no dejéis de acercaros al Marien Brücke, el puente de María, desde el que tendrás otra perspectiva del famoso castillo. Habrá unos 10 minutos andando y mientras que subes no podrás dejar de echar la vista atrás para disfrutar de las vistas.
Camino de nuestra siguiente parada nos encontramos con este maravilloso lago y aunque la foto no le hace justicia, los colores azul y verde y las montañas nevadas de fondo parecían un paisaje de película.
Esa noche y la siguiente la pasaríamos en Munich, pero nos vamos directamente a Harburg.
Es un pueblo pequeñito, lleno de casas con entramado de madera. Desde el puente de piedra de 1702 que cruza el río Wörnitz hay unas buenas vistas del castillo y del pueblo.
Se puede subir al castillo a pie, unos 15 minutos, pero nosotros lo hicimos en coche. Lamentablemente, estaba cerrado.
Rothenburg ob der Tauber es una de esas ciudades de la ruta romántica en la que tienes que parar sí o sí.
Lo primero que hicimos al llegar fue subir al campanario del Ayuntamiento. La subida no es apta para claustrofóbicos, ya que son tramos muy estrechos, por una escalera de madera que no sé si cumplirá todas las medidas de seguridad requeridas y cuya escalera final al campanario es prácticamente vertical. Si lo consigues, estas son las vistas que te encontrarás. La entrada valió 2 euros.
Si visitas Rothenburg ob der Tauber tendrás que probar sus famosoas Bolas de Nieve ( Schneeballen). Las clásicas no nos gustaron mucho, pero trajimos para la familia una caja con 6 variedas (recubiertas de chocolates distintos, avellanas….) y esas sí que estaban buenas. Se trata de una masa con la que forman bolas gigantes que fríen en abundante aceite hirviendo. Luego se recubren de azúcar glass, chocolates… Las puedes comprar en algunas de las tiendas Diller.
Durante la compra de nuestras Bolas de Nieve nos ocurrió la anécdota del viaje. En la tienda donde las compramos me olvidé nuestra guía de viaje en el mostrador. Cuando me dí cuenta ya había pasado una media hora y pasaban unos minutos de las 17 h. Nos fuimos corriendo para ya estaba cerrada. Tocamos el timbre que había en la puerta pero nadie nos abrió. Salió un chico de la tienda de al lado y le explicamos lo que nos había pasado. Nos recomendó que fuesemos a otra Diller que había en la Markplatz. Hasta allí nos fuimos, volvimos a contar nuestra historia y nos enviaron a otra Diller que había un poco más abajo. Cuando llegamos, contamos nuestra historia por tercera vez, pero la dependienta no nos entendía y decía que la tienda tenía que estar abierta, y yo a explicarle que acabábamos de estar allí y que estaba cerrada. Después de un rato en una conversación de besugos, salió una chica que sí que nos entendió y amablemente nos acompañó a recuperar la guía. Le di 5 euros de propina y me sorprendió la rapidez con que me quitó el billete de las manos :-O
La última parada de nuestra particular Ruta Romántica era Würzburg. Para muchos esta es la primera etapa del viaje, para nosotros sería la última. Una de las visitas importantes de esta pequeña ciudad, es su Residenz, Patrimonio de la Humanidad. No teníamos pensando entrar, pero ya que no habíamos entrado en la de Munich, nos sentimos un poco «obligados». La entrada vale 7,50 euros, sin visita guiada y sin audioguía. Por supuesto, no te dejan sacar fotos y en cada estancia hay personal de la Residenz que no te sacan el ojo de encima. Se trata de un palacio barroco que Johann Philipp Franz von Schönborn hizo consturír porque no estaba contento con su alojamiento en la fortaleza de Marienberg.
Al lado del Rasthaus podemos visitar gratuitamente el Grafeneckart. Fue construido en 1659 y alberga una maqueta a escala que ilustra el alcance de los daños que sufrió la ciudad en la II Guerra Mundial tras el bombardeo de la noche del 16 de marzo de 1945, en la que murieron 5000 habitantes.
Aquí terminaba nuestra ruta de tres días por Baviera. Nos gustó muchísimo y, al igual que nos había pasado con la Selva Negra, tenemos ya muchas ganas de volver y dedicarles más tiempo.
Alemania nos dejó huella. Sus impresionantes paisajes, sus pueblos de cuento y su apasionante historia reciente hacen de ella un destino al que nos gustaría volver.
Que bonita es esta zona verdad Verónica? Neuschwanstein es precioso, y la Ruta Romántica también merece mucho la pena. A mí Rothenburg me encantó aunque había demasiados turistas el día que estuvimos. A Wurzburg no fuimos a si que nos lo apuntamos para la próxima!
Yo también tengo ganas de volver por la zona, pero la verdad es que nosotros recorrimos poco y me quedé con ganas de ir a Rothenburg ob der Tauber que había oído que es preciosa, pero ahora viendo las fotos, me parece un gran error no haber sacado tiempo en mi viaje a Baviera para ir!
Qué cosas lo de la propina! por un momento me ha recordado al Sudeste Asiático donde están avidos de propinas! jajajaja
Que bonito!!! cada vez que veo fotos de la zona me quedo embobada….me encanta como luce ^_^
Laura, Rothenburg y Neuschwanstein parecen sacados de un cuento, jeje. Alemania nos sorprendió muy gratamente y tenemos muchísimas ganas de volver.
Mari Carmen, siempre hay tiempo para volver. O eso espero, porque yo volvería a todos los lugares en los que he estado. Me sorprendió mucho, la verdad. Aquí estamos más acostumbrados a "no, no te preocupes, no es nada" jaja
Véronica, seguro que te gustaría 😉