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Tenerife en 6 días
Teniendo en cuenta la situación actual de incertidumbre, para las vacaciones de verano volvimos a tirar por conocer España y, de nuevo, las Islas Canarias fueron las escogidas, después de haber estado, en el 2020, por Lanzarote, Fuerteventura y La Graciosa en 10 días. Este año decidimos dedicarles otros 10 días a Tenerife y La Gomera. Empezamos con Tenerife en 6 días.
Día 1: Arco de Tajao, Candelaria y La Laguna
Nuestro avión a Tenerife nos dejó en el sur de la isla, por lo que teníamos todo el día para llegar a nuestro alojamiento en el norte, concretamente en Puerto de la Cruz, en el Hotel Puerto Palace.
Arco de Tajao
De estos sitios que ves en Instagram y te enamoras y aunque sabes con certeza que las redes sociales no son de fiar, caes en la trampa. No es que el lugar sea feo, pero tampoco es tan idílico como te lo pintan las fotos. Si os queda de camino, vale la pena que paréis, si no, seguid con vuestro trayecto.
Aunque llevábamos las coordenadas GPS, no veíamos nada en el punto que nos dejaba el Tomtom, pero sí, es allí. Bajad del coche y a un par de minutos andando, allí lo encontraréis.
Candelaria
Hace más de 500 años que los guanches descubrieron este pueblo de pescadores en una comarca volcánica, en el Valle de Güimar. En su litorial hay varias playas de arena negra. La visita a Candelaria se hace muy rápido. En la Plaza de la Patrona de Canarias nos encontramos con la Fuente de los Peregrinos, ya que aquí llegan muchos para honrar la Virgen de la Candelaria. En un lateral de la plaza nos encontramos con las esculturas de los 9 menceyes que gobernaban Tenerife antes de la conquista de 1496. Cada menceye gobernaba uno de los nueve menceyatos o territorios en los que estaba dividida la isla.
Otros puntos de interés de Candelaria serían la Cueva de Achbinico, la ermita de San Blas, la Cueva de los Camellos, el Convento de los Padres Dominicos, la Basílica de Nuestra Señora de Candelaria, la Casa Cabildo o antiguo ayuntamiento (con un bonito balcón y exposiciones interesantes), la iglesia de Santa Ana y el centro alfarero de Candelaria, en «Casa Las Miquelas».
La Laguna
Nuestra última parada del día sería La Laguna, Patrimonio de la Humanidad desde 1999 y con una clara influencia sobre el desarrollo urbanístico de Latinoamérica. Es, además, el primer ejemplo de ciudad no fortificada de su época.
Destacan el Museo de Historia y Antropología de Tenerife, ubicado en una mansión noble, la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, la Plaza del Adelantado (con su fuente central de mármol de Carrara), rodeada de palacios y hasta de una pequeña ermita. Lo mejor, pasearse por el centro entre la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción y la plaza del Adelantado, parando en su catedral del s. XVI
Día 2: los Acantilados de los Gigantes
Quizás este fue el peor día de todo el viaje y no porque no nos gustase lo que veíamos si no por circunstancias meramente personales. Empezamos el día dirigiéndonos a los acantilados de los Gigantes para navegar en busca de ballenas, delfines y de vistas de infarto de los acantilados de 600 m de altura. Iba todo muy bien, el barco avanzaba hacia mar adentro y empezábamos a ver ballenas y delfines. En ese instante, el capitán decidió parar motores y tanto bamboleo hizo que me sintiese realmente mal a pesar de las Biodraminas tomadas, así que acabé pidiendo una bolsa y vomitando en ella (me recordó a aquel maravilloso viaje en helicóptero por el Gran Cañón que no pude disfrutar al 100% por la misma razón).
De vuelta al puerto se hace una parada en una pequeña cala para darnos un bañito, está claro que yo opté por quedarme sentada en mi sitio con la cabeza todavía dándome vueltas.
Otra opción si no quieres ir en barco, es parar en los miradores que hay en la carretera que une Puerto de Santiago y Los Gigantes.
Y qué pasó después del horrible paseo en barco? Pues que comimos algo y luego decidimos que que mejor manera para relajarnos que tomar el sol y darnos un bañito. Y qué pasó? Pues que la playa era de arena negra y no sabemos porqué pero la arena tenía una temperatura totalmente desconocida y desorbitada para nosotros y en cuanto pusimos los pies en ella se nos llenaron de quemaduras y ampollas. La más perjudicada fui yo, aunque los dos acabamos en el centro médico. Yo tardé un par de días en poder pisar con normalidad.
Día 3: Parque Natural del Teide e Icod de los Vinos
Parque Natural del Teide
No era el mejor día para visitar el Teide teniendo los pies como los tenía, pero con unos calcetines y unos tenis, parecía que la situación se sobrellevaba bastante bien y allá nos fuimos. Habíamos reservado para el primer viaje en teleférico del día y fue todo un acierto.
Una vez arriba puedes hacer varias excursiones pequeñas y hasta subir a la cima si tienes uno de los pocos permisos que se otorgan por día. Nosotros nos conformamos son subir hasta la estación alta del teleférico y desde allí realizar 2 rutitas: la primera saliendo de la estación a la derecha y la segunda hacia la izquierda. La más bonita, o por lo menos lo que nos pareció a nosotros, es la segunda. Arriba solo puedes estar 1 hora, pero tranquilos, os dará tiempo a realizar ambas.
El resto del tiempo que pasamos en el Parque Natural del Teide fue haciendo paradas en los miradores y bajándonos a ver los Roques de García, que os sonarán a los más viejunos porque una de estas formaciones rocosas salió en los billetes de 1.000 pesetas. Ay, lo que cundían antes 1000 pesetas, unos míseros 6 euros.
Icod de los Vinos
La visita a Icod de los Vinos tiene un protagonista, un drago milenario. Es bastante frecuente ver dragos en los pueblos y ciudades de Tenerife, pero el de Icod de los Vinos es el más grande y el más viejo que se conoce. Se dice que puede tener unos 1.000 años. Si queréis entrar en el recinto en el que se encuentra, tendréis que abonar 5 euros, pero las mejores visitas son desde la plaza y gratis! También se cuenta que ya los guanches lo veneraban y utilizaban su resina para embalsamar cadáveres.
El pueblo es bonito, con estrechas calles y la iglesia de San Marcos.
Día 4: Santa Cruz, La Orotova y Puerto de la Cruz
Santa Cruz de Tenerife
Si os gustan los mercados, no podeis dejar de visitar el de Nuestra Señora de África, con aire norteafricano en su fachada. Otra visita totalmente distinta sería al Museo de la Naturaleza y el Hombre, con momias guanches, información sobre la formación de las islas…
Si tenéis tiempo para el ocio, el Parque Marítimo César Manrique (al que reconoceréis si habéis leído nuestro artículo sobre Lanzarote, lo mejor de la isla), es la combinación perfecta entre ocio y cultura. César Manrique construyó este parque en las antiguas instalaciones de un astillero y hoy en día es una zona de esparcimiento con multitud de piscinas de aguas saladas salpicadas con palmeras. Al otro lado del Parque, nos encontraremos otra obra de un arquitecto de renombre, Calatrava fue el encargado de diseñar el Auditorio, inaugurado en 2003. Entre estas dos obras de arte, se encuentra el pequeño castillo de San Juan Bautista.
La visita por Santa Cruz de Tenerrife discurre entre plazas, las de la Candelaria y la de España. En la Plaza de España se encuentra el Monumentos a los Caídos. En este lugar se difundió el manifiesto de insurrección de Franco en 1936. La arteria comercial de Santa Cruz es la calle del Castillo que nos lleva hasta la iglesia barroca de San Francisco. Podemos acabar nuestra visita en el Parque García Sanabria, con fuentes, estanques, esculturas…
La Orotava
La Orotava es un buen lugar para comprar artesanía y para conocer algunos de los efidicios coloniales de la ciudad. La calle de San Francisco está repleta de mansiones antiguas. Algunas son privadas, pero siempre puedes echar un ojito y, desde luego, visitar la Casa de los Balcones, que a pesar de sus 5 euros por persona vale la pena ver.
Si queréis probar vinos canarios, la Casa Lercaro cuenta con bodega y quesos. La calle Tomás Zerolo también cuenta con varias mansiones canarias.
Puerto de la Cruz
Nuestro campo base para toda la estancia en Tenerife tiene un coqueto casco histórico. Al lado del mar encontramos el edificio de la antigua Real Aduana, de 1620. La Plaza del Charco es el corazón de la ciudad. La iglesia de Nuestra Señora de la Peña de Francia se encuentra en una pequeña plaza con bancos para tomarnos un descanso.
En Puerto de la Cruz también hay un complejo de piscinas de agua salada obra del visionario César Manrique.
Día 5: Parque Rural Anaga y playa de Las Teresitas
Nuestro siguiente día nos llevó al Parque Rural de Anaga, una maravilla de lugar, repleto de montañas y verde por doquier.
Las montañas de Anaga no son espectaculares por su altura, ya que no rebasan los 1.000 m, pero sí por su belleza. La carretera principal del Parque no hace más que ofrecerte maravilla tras maravilla. Desde el centro de visitantes de Cruz del Carmen parten varias rutas de senderismo y si vais en coche os encontraréis un montón de miradores, el más famoso sea quizás el Mirador del Pico del Inglés. Si os interesa el senderismo, dirigiros antes a la oficina de turismo de Punta Hidalgo.
Y cómo terminar un día en el que la mayor parte fue circular por carreteras de montaña, pues a pie de playa, en una de las más famosas de Tenerife, Las Teresitas. La arena de esta playa no es negra y es que fue traida del desierto del Sahara. Mide 1.5 km y está protegida por un arrecife artificial. Dicen que es la más bonita de la isla, yo, después de leer sobre su historia, me quedo con un sabor agridulce.
Día 6: Punta Teno y Garachico
Punta Teno
A Punta Teno no se puede acceder en coche, no os quedará más remedio que pillar una guagua en San José de los Llanos o subir a pie. Las vistas desde allí son espectaculares, tiene un faro y una playita muy visitada por familias, aunque con bandera roja y la gente se estaba bañando igual.
Garachico
Garachico fue destruido hace más de 300 años por una erupción volcánica, pero han sabido sacarle partido y disponen de un complejo de piscinas formadas por lava negra. A pesar de lo que se pueda creer, no fue diseñado por César Manrique, aunque su influencia se deja apreciar considerablemente.
Al lado de las pozas de lava se encuentra el Castillo de San Miguel. En el centro, bajo el nivel del suelo podemso ver la Puerta de Tierra, el único resto del que fue un importante puerto de mercancías. En la Plaza de Arriba se encuentra la iglesia de Santa Ana y el convento de San Francisco, con una gran escalinata de piedra y techo mudéjar.