En nuestro viaje por Praga, Viena y Budapest en 10 días, recorrimos Viena en 2 días, ya habíamos hecho lo mismo con Praga en 3 días.
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Cómo llegar a Viena desde Praga?
Puedes llegar en avión o en otro medio de transporte, nosotros lo hicimos en tren desde Praga.
Los billetes los compramos unos días antes, al llegar a la estación de la capital checa, por 29 euros por persona, 3 euros más si queremos reservar asiento.
Son 5 horas de tren, así que llevaros una peli, un buen libro o aprovechar para dormir.
También podéis comprar los billetes 2 días antes. Son billetes abiertos y no llevas el asiento asignado, pero siempre puedes reservarlo desde las máquinas de la estación o incluso desde el móvil.
Yo nunca me canso de decir lo mucho que me gusta viajar en tren y ojalá pudiésemos hacerlo más.
Moverse por Viena
Desde la estación de tren al centro, es muy fácil. Nosotros teníamos el hotel a unos 10 minutos del centro. Cogimos la línea 1 muy cerca de la estación de tren y en menos de 20 minutos ya habíamos llegado.
En Viena nos movimos prácticamente a pie o en metro, en ocasiones muy puntuales. También es cierto que no visitamos ninguno de los palacios de las afueras, pero aún así, llegar en transporte público a cualquier punto turístico es posible.
Viena en 2 días: día 1
En primer lugar, pongamos que llegáis a primera hora de la tarde como fue nuestro caso. Todavía nos quedan unas horas para hacernos una idea de lo que tiene que ofrecer la ciudad.
Nosotros empezamos la visita en el Ayuntamiento, pasando por el Parlamento y recorriendo la a Ringstrasse, una enorme avenida en forma de anillo que rodea todo el centro histórico de la ciudad (la Ópera, la Iglesia Votiva, la Universidad, la Plaza de María Teresa…).
Es una calle de unos 4 km y un paseo muy bonito. Acabamos el día en la plaza de la Catedral.
Tarta Sacher
Viena es conocida por ser el hogar de nacimiento de la famosa tarta Sacher. Al igual que ya habíamos hecho en la Selva Negra en donde no nos pudimos resistir a probar la receta original de la tarta del mismo nombre, este primer día ya nos acercamos al Hotel Sacher para hacer una primera cata.
Hoy en día puedes tomar tarta Sacher en cualquier sitio, pero en Viena deberías hacerlo en el ya mencionado Hotel Sacher y en la cafetería Demel. Eso sí, hay que aclarar un poco la historia de este dulce.
La tarta Sacher o Sachertorte fue creada por Franz Sacher, quien trabajaba en la pastelería Demel, proveedor oficial de la Corte.
En 1876, su hijo, Eduard Sacher, fundó el Hotel Sacher, llevándose con él la fórmula de tan preciado postre.
El conflicto duró años, pero hoy en día se puede decir que si hablamos de Original Sachertorte lo estamos haciendo de la que se fabrica y se vende en el hotel Sacher y si lo hacemos de Sachertorte, hablamos simplemente de un bizcocho de chocolate con nata montada y mermelada.
Tras probar las dos, el catador oficial de dulces de este blog, se queda con la Original Sachertorte, aunque es realmente difícil apreciar diferencias, pero el local y el personal nos gustó más también.
Viena en 2 días: día 2
El segundo día en Viena empezó de manera relajada visitando el bloque de viviendas de Hundertwaserhaus. Fueron construida en 1985 bajo unas ideas bastante avanzadas de su arquitecto sobre el ecologismo y la armonía con la naturaleza.
En la decoración hay esculturas y hasta cúpulas barrocas. Son 54 viviendas repletas de líneas curvas, columnas y azulejos de vivos colores.
Desde allí, nos dirigimos a un parque de atracciones de 1766. En 1897 se construye la noria gigante de 65 m de alto y 61 de diámetro, la Riesenrad. Nuestra idea era subirnos en ella, pero su elevado precio hizo que nos lo pensásemos mejor.
De todas formas, un paseo por el parque, gratuito, es una delicia. Casi te puedes imaginar a los vieneses del s. XVIII y XIX paseando por sus praderas, subiéndose a pequeñas atracciones o tomándose un piscolabis en las numerosas tabernas y cafés que había repartidas por todo el parque.
Después de estas dos visitas un poco más «light», empezaba lo duro. Lo cierto es que el día anterior nos habíamos estresado un poco con todo lo que ofrecía la ciudad,así que tras meditarlo decidimos tomárnoslo con calma.
La única visita de pago (16 €) que hicimos fue el Palacio Imperial (Hofburg), cuya entrada incluye los aposentos imperiales, el museo de Sisi y la Colección de Platerías.
Nos habría gustado ver también el Palacio Beldevere (con algunas de las obras del famoso pintor Gustav Klimt) y/o el Palacio Schönbrunn, así como otros museos con más obras de Klimt, el Museo Judío etc.
El reloj Anker
Todos los días a las 12 h, en la plaza más antigua de Viena, Hoher Markt, hay una pequeña ceremonia en el reloj Anker, en donde 12 personajes históricos se van moviendo al paso de la música. Dura bastantes minutos, así que armaros de paciencia.
Todavía nos quedaba un día entero en la ciudad, pero en vista de que corríamos el riesgo de tener el síndrome de Stenhdal y estresarnos por no poder entrar en todos los palacios y museos, decidimos que el último día se lo dedicaríamos a Bratislava.